Un miserable enfermo se moría
Y el médico importuno le decía:
-Usted se muere, yo se lo confieso;
Pero por la alta ciencia que profeso,
Conozco y lo aseguro firmemente,
Si se hubiese acudido más temprano
Con el benigno clister detergente.
El triste enfermo que le estaba oyendo,
Volvió la espalda al médico,diciendo:
Señor galeno, su consejo alabo:
Al asno muerto, la cebada al rabo.
Todo varón prudente
Aconseja en el tiempo conveniente;
Que es hacer de la ciencia vano alarde
Dar el consejo cuando llega tarde.
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