Del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Viendo pues que no podía menearse,
Acordó de acogerse a su ordinario remedio,
Que era pensar en algún paso de sus libros,
Y trújole su locura a la memoria,
Aquél de Valdovinos, y del Marqués de Mantua.
Junté lindas manzanas,
Con otras ya enmuhecidas.
No mejoraronse las podridas,
Y pudrieronse, las sanas.
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