Entre montes, por áspero camino
Tropezando con una y otra peña,
Iba un viejo cargado con su leña,
Maldiciendo su mísero destino.
Al fin cayó. Y viendo de suerte
Que ya levantarse no podía:
Gritó con colérica porfía,
Una, dos, y tres veces a la muerte.
Armada de Guadaña en esqueleto
La Parca; se le ofrece en aquel punto,
Pero el viejo temiendo ser difunto
Lleno más de temor que de respeto,
Trémulo le decía balbuciente:
Señora: ¡-Yo os llamé desesperado!
Pero acaba qué quieres desdichado
!Que me cargues la leña solamente!
Tenga paciencia, quien se crea infelice;
Que aún en la situación más lamentable,
Es la vida del hombre siempre amable,
El viejo de la leña nos lo dice.
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