jueves, 5 de abril de 2012

El pozo de Jacob



      Un día que el Redentor: a Samaria caminaba, fatigado de calor por descansar se sentaba junto al pozo de Jacob. Desde allí vio venir a la misma que esperaba con un cántaro en la mano; que iba a llenarlo de agua.
La dijo Samaritana si tu me das de beber: yo te daré de otra agua, yo te daré de otra agua que nunca más tendrás sed.
La Samaritana estaba oyendo lo que decía le dijo en tono burlón sin saber con quién hablaba. -Si es tu virtud tan hermosa
dame esa agua tan preciosa. -Y el Señor con mucho agrado esta respuesta le daba.
-Anda y llama a tu marido:- respondió no soy casada,- y esos cinco que te adoran que están dando en la ciudad escándalo a toda hora.
- Respondió vois sois profeta, que declarais mis pecados, que declarais mis pecados y en mi interior vos penetráis.- No soy profeta le dijo que soy de más alto grado. Soy del Padre Eterno Hijo, soy del Padre Eterno Hijo del Mesías enviado.Que para salvar la esclavitud y muerte eterna me fue preciso bajar de los cielos a la tierra, y en una cruz a expirar.
Después que fue convertida la gentil Samaritana, así exclamaba y decía:-Señor queréis que me vaya y acabe con vos mi vida.
Dijo Cristo excelente antes que a mi patria excelsa a Samaria iras corriente a publicar la grandeza del autor omnipotente.
Allí fue el mayor dolor cuando ella se despedía del supremo Redentor, con amargura decía Dios mi dulce Creador. Adiós carroza y pozal adiós carril ponzoñoso, adiós mi hogar de terror; adiós galanes del mundo que me voy con mi Señor.

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